Preparar la crema de yemas: En un recipiente amplio, mezcla las yemas de huevo con 50 g de azúcar utilizando una batidora eléctrica hasta obtener una preparación clara y espumosa, lo que tomará aproximadamente de 3 a 5 minutos.
Incorporar el mascarpone: Incorpora el queso mascarpone a temperatura ambiente en la mezcla de yemas y azúcar. Bate a velocidad baja solo hasta que se integre bien y la mezcla sea homogénea. No batas en exceso para evitar que el mascarpone se corte. Si deseas, añade el extracto de vainilla ahora.
Montar las claras: En un bol limpio y seco, monta las claras de huevo con una pizca de sal (opcional, para estabilizar) hasta obtener picos suaves. Incorpora poco a poco los 50 g restantes de azúcar mientras sigues batiendo, hasta que las claras alcancen picos firmes y brillantes.
Combinar las mezclas: Con una espátula, incorpora suavemente las claras montadas a la mezcla de mascarpone en dos o tres adiciones. Realiza movimientos suaves y envolventes de abajo hacia arriba para conservar el aire de las claras. El resultado debe ser una crema ligera y aireada.
Montar el tiramisu:
Sirve el café ya frío en un plato hondo.
Sumerge rápidamente cada bizcocho de soletilla en el café (1-2 segundos por cada lado, no deben empaparse demasiado o se desharán).
Coloca una capa de bizcochos remojados en el fondo de tu molde.
Extiende uniformemente la mitad de la crema de mascarpone sobre los bizcochos.
Coloca otra capa de bizcochos empapados en café.
Termina con la otra mitad de la crema de mascarpone, alisando la superficie.
Refrigerar: Envuelve el molde con papel film y colócalo en el refrigerador durante un mínimo de 4 a 6 horas, aunque es ideal dejarlo toda la noche. Este tiempo es crucial para que los sabores se mezclen y el postre adquiera la consistencia adecuada.
Servir: Justo antes de servir, espolvorea generosamente la superficie con cacao en polvo sin azúcar usando un colador fino.